
Insuficiencia cardíaca: cuando el corazón no puede bombear
La sensibilidad del corazón y su salud son sobradamente conocidas, ya que es el responsable del correcto funcionamiento del cuerpo y sus órganos. Su actividad distribuye la sangre por el organismo y lo alimenta para que pueda desempeñar sus funciones con normalidad. La insuficiencia cardíaca se convierte, pues, es una irregularidad para este trabajo debido a que impide el correcto riego y acción cardíaca.
Este trastorno conlleva que el corazón tenga que hacer un sobreesfuerzo para cumplir con sus obligaciones y se expone así a dolencias o lesiones cardíacas. Se trata de una enfermedad habitualmente crónica que suele afectar al 2 % de la población adulta, si bien en las personas mayores de 65 años su frecuencia se multiplica hasta por cinco y llega a ser la principal causa de hospitalización de este grupo.
Causas de la insuficiencia cardíaca
Esta afección puede actuar tanto en el lado izquierdo como derecho del corazón, así como en ambas áreas a la vez. La insuficiencia cardíaca implica que en la sístole (bombeo de sangre) el corazón no puede expulsarla con la eficacia deseable; en cuanto a la diástole (contracción), no se recibe todo el volumen necesario de sangre para su redistribución.
La ineficacia que se produce conlleva también que la sangre pueda acumularse en otras partes del cuerpo, como en los brazos o las piernas, además de órganos como el hígado o pulmones. Este tipo de insuficiencia cardíaca se conoce como congestiva a causa de las congestiones que aparecen en los vasos sanguíneos.
Estas enfermedades suelen ser crónicas y aparecer paulatinamente tras haber sufrido alguna lesión cardíaca anteriormente, como paros cardíacos o hipertensión. Los infartos de miocardio, la diabetes, las cardiopatías congénitas o enfermedades cardíacas pueden desembocar en insuficiencias.
Síntomas de la insuficiencia cardíaca
Tal y como ocurre con otras irregularidades del funcionamiento del corazón, sus señales no siempre son fáciles de reconocer ni muy evidentes. Los indicios más comunes son los problemas respiratorios y dificultades para dormir como resultado, dolores abdominales con pérdida de apetito y confusiones o pérdidas de memoria.
La insuficiencia cardíaca provoca que el corazón no pueda llevar el oxígeno y el alimento que porta la sangre para el conjunto de los órganos. La ausencia de esta energía exige un mayor esfuerzo para las funciones corporales y puede traer consigo lesiones o debilitamiento de las distintas áreas afectadas.
Los factores de riesgo que pueden propiciar esta enfermedad son los habituales para las enfermedades cardíacas. La diabetes, la hipertensión, antecedentes con cardiopatías familiares, válvulas cardíacas irregulares y haber sufrido paros cardíacos previos elevan la amenaza de que una insuficiencia cardíaca pueda repercutir en la salud cardiovascular.
Un estilo de vida saludable y acompañado de ejercicio físico y pautas preventivas se traduce en un refuerzo para el bienestar cardíaco. El corazón es un elemento fundamental para el funcionamiento cardíaco, así que unos cuidados diarios aleja la probabilidad de sufrir incidentes y disfrutar de una calidad de vida mayor. Cada 9 de mayo se celebra el día mundial de la insuficiencia cardíaca, un motivo más para protegerse de esta afección.