Conociendo al corazón de la mujer

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El 8 de marzo se celebra el #DíaInternacionalDeLaMujer, una fecha muy señalada porque reivindica el peso y la figura femenina en un contexto en el que ellas no se encuentran en igualdad de condiciones, por mucho que en los últimos tiempos haya evolucionado su situación. Esta fecha persigue mostrar las causas por las que durante siglos han luchado las mujeres y que obtengan el reconocimiento e igualdad que merecen.

Dentro del complejo ámbito que es la salud humana, entre hombres y mujeres existen unas diferencias muy concretas debido a sus propias características fisiológicas. Lo mismo ocurre con el corazón, y es que la estructura cardiovascular también presenta variaciones entre ambos géneros. Por tanto, es importante tener en cuenta estos factores de cara al conocimiento, prevención y tratamiento de posibles incidencias cardíacas, en este caso, de la mujer.

Corazón de la mujer

En primer lugar, el corazón de las féminas no es idéntico al de los varones. Su tamaño es menor, algo que también se corresponde a la habitual diferencia física entre ambos, mientras que las arterias también son más estrechas por la responsabilidad de los estrógenos, hormona femenina, mientras que la testosterona masculina es la causante de una mayor anchura en las arterias de los hombres.

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Dicha reducción de tamaño influye también en la capacidad del corazón para bombear la sangre, y es que con unas arterias más estrechas se distribuye un menor flujo sanguíneo y la frecuencia cardíaca es mayor, esto es, aumenta el número de veces por minuto que el corazón tiene que latir para emitir la cantidad de sangre correspondiente. Esta situación provoca que la hemoglobina circulante sea hasta un 15% menor, de tal manera que el oxígeno que se mueve en la sangre también lo es, con los efectos que tiene en los tejidos corporales que se alimentan de la circulación sanguínea.

Factores de riesgo

La mujer y el hombre cuentan con unos factores de riesgo muy similares, puesto que existen una serie de hábitos y situaciones cotidianas que castigan gravemente la salud cardíaca. El tabaco es uno de los agentes más dañinos debido a las lesiones que origina en las arterias, que se resienten y obstruyen mientras aumenta la presión arterial y se hace más probable el infarto. En las últimas generaciones ha aumentado el número de mujeres fumadoras, factor que ha contribuido notablemente a incrementar la presencia de accidentes cardíacos en el entorno femenino.

Por su parte, la obesidad suele venir acompañada de problemas como la diabetes, la hipertensión arterial o trastornos relacionados con el colesterol. Las dietas altas en grasas y azúcares unidas a rutinas sedentarias e inactivas propician la aparición de sobrepeso u obesidad, muy perjudiciales para el corazón.

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También cabe destacar el peligro que implica el colesterol. El excesivo ‘colesterol malo’ es capaz de obstruir las arterias y dificultar el adecuado riego sanguíneo, hasta el punto de contribuir a infartos, de ahí la importancia de aplicar dietas saludables en el día a día para evitar la acumulación de esta sustancia tan perjudicial.

La mortalidad cardíaca femenina también ha aumentado debido a la variación en sus hábitos vitales. Mientras que hace unas décadas la mujer estaba condenada en la mayor parte de los casos a desempeñar labores domésticos, su incorporación al mercado laboral ha provocado aumentos en los niveles de estrés y en la adquisición de conductas poco saludables, que contribuyen al deterioro de la salud cardíaca.

Problemas cardíacos de la mujer

Mientras que los factores de riesgo son muy similares entre hombres y mujeres, sí que existe una mayor variación respecto a los trastornos o irregularidades que se producen en el corazón. Según un estudio cardiológico del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, con una muestra de 40.000 pacientes analizados tres años después de sufrir un infarto, el hombre tiene un 31% más de riesgo de fallecer tras un infarto o insuficiencia cardíaca. Las razones, aunque no están absolutamente claras, se basan en que las féminas tienen el ventrículo derecho más preservado, una mayor capacidad de cicatrización del corazón tras un ataque cardíaco y una mayor protección ante las arritmias.

Las hormonas son una de las claves dentro de la salud cardíaca femenina. Los estrógenos son un agente protector del corazón, de ahí que hasta los 40 años sea mayor la mortalidad por incidencias cardíacas en ellos que en ellas. Sin embargo, cuando va llegando a la menopausia se reducen los niveles de estrógeno y, por consiguiente, la protección añadida que tenían las mujeres en cuestiones cardíacas desciende y se equipara, e incluso llega a superar, la mortalidad en los hombres.

Hábitos saludables

Al igual que con los factores de riesgos, tanto el hombre como la mujer coinciden en las conductas saludables que ayudan a evitar estas incidencias cardíacas. Una vida deportiva y activa, en la que hay un mínimo de 30 o 45 minutos de ejercicio diario, ayuda a mantener el organismo engrasado y a erradicar el sedentarismo y sus peligros.

Lo mismo ocurre con la alimentación. Los refrescos, comida rápida o alimentos manufacturados son especialmente ricos en grasas, azúcares y sustancias poco beneficiosas para el organismo, mientras que las frutas y las verduras son productos cuyo consumo aporta vitaminas y minerales fundamentales para una vida sana y para que el corazón no sufra los efectos de rutinas alimenticias inadecuadas.

En definitiva, la vida saludable es fundamental para que el corazón no se resienta, tanto en las mujeres como en los hombres, y no sufra los peligrosos problemas cardíacos que pueden afectarle. Los cuidados diarios y la práctica de hábitos cardiosaludables permiten darle más vida y fuerza al corazón, que en el 8 de marzo va especialmente dedicado a los latidos de la mujer en el #DíaInternacionalDeLaMujer.

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