“Fumar mata”. “Fumar perjudica gravemente su salud y la de las personas que están a su alrededor”. “Fumar puede matar”. Las cajetillas de tabaco llevan desde 2003 señalando el grave perjuicio sanitario que trae consigo esta adicción, y pese al endurecimiento impositivo, legal y de distribución en España, más del 30% de los adultos siguen fumando. Al igual que ocurre con el alcohol, son dos sustancias muy presentes en la vida cotidiana de millones de personas que no son conscientes de las repercusiones de este vicio.

Más de 60.000 personas fallecen anualmente en España a causa de esta adicción, que también se caracteriza por ser extremadamente dañina para el corazón. Las sustancias tóxicas que hay en los cigarros erosionan la pared de las arterias, de modo que se eleva el riesgo de padecer una aterosclerosis, que es la principal causa de los ataques cardíacos o infartos de miocardio. Día tras día y cigarro tras cigarro, las arterias de nuestro cuerpo van dañándose paulatinamente hasta el punto en que llegan a colapsar y ser una grave amenaza para el entorno cardíaco.

La nicotina, uno de los principales componentes de un cigarrillo, incrementa la presión sanguínea hasta niveles muy peligrosos para la salud. Esta sustancia no solo es muy tóxica y adictiva, sino que además provoca que la sangre coagule con más facilidad, lo cual conlleva un esfuerzo extra para el corazón, porque redobla la intensidad del latido para superar esta clase de osbtáculos. Fumar también provoca arritmias e irregularidades en el latido cardíaco y acelera su frecuencia. Este aumento en los latidos por minuto conlleva un mayor desgaste del corazón, que debe trabajar más duramente para desempeñar su función.

En cuanto al humo, que afecta también a los fumadores pasivos, repercute negativamente en la oxigenación de la sangre. Los glóbulos rojos del fumador tienen menos cantidad de oxígeno y una mayor proporción de monóxido de carbono, de ahí que se desarrollen los depósitos de colesterol en las paredes de las arterias y posteriores accidentes cerebrovasculares fruto de problemas circulatorios. Estas acumulaciones adiposas suponen un obstáculo para el flujo sanguíneo, ya que obstruyen la circulación, y amplían las probabilidades de accidente cardíaco derivado del sobreesfuerzo para superarlas.

Bloqueo arterial y cerebral por fumar

En cuanto a los efectos dañinos de fumar en el cerebro, los ya mencionados coágulos sanguíneos bloquean el suministro de sangre que el corazón envía al cerebro, por lo que se hace más probable sufrir un accidente cerebrovascular y consecuencias tan severas como la parálisis, dificultades de habla e incluso la muerte. Que una de cada siete fallecimientos en personas mayores de 35 años en España se deba al tabaquismo, así como múltiples trastornos sanitarios que reducen la calidad de vida, ha provocado que las instituciones busquen nuevos métodos para que los fumadores abandonen el cigarrillo.

Los 13,3 millones de españoles que fuman generan en impuestos unos 10.000 millones de euros, según recogen los datos de la Comisión Nacional para la Prevención del Tabaquismo, aunque el balance no es ni mucho menos positivo para el Estado. La asistencia sanitaria, los medicamentos y los subsidios necesarios para relativizar sus efectos confirman que fumar es uno de los más grandes problemas de la salud cardíaca y general en la actualidad.

Aunque los problemas cardíacos ya mencionados no sean tan visibles como la tos, el mal olor que el tabaco impregna en el pelo y ropa, la fatiga en el deporte o el desembolso económico del vicio del cigarro, el corazón sufre con cada cigarrillo que un fumador se lleva a los labios. Fumar mata, lo indican los paquetes de tabaco y lo confirman los graves problemas sanitarios generados por estos malos humos.