Con los desfibriladores no se juega
Los desfibriladores están preparados para salvar vidas. Su finalidad es la de atender paros cardíacos y marcar la diferencia entre la supervivencia y el fallecimiento del afectado. Los espacios cardioprotegidos son aquellos que se han concienciado con el bienestar cardíaco de las personas de sus proximidades a través de la incorporación de uno de estos equipos. Por tanto, es responsabilidad de todos que estos equipos estén siempre en las mejores condiciones.
Este compromiso supone no solo el correcto mantenimiento del desfibrilador por parte de sus instaladores, sino también de las personas que pueden estar en contacto con este dispositivo. El ámbito de la cardioprotección engloba al común de la sociedad, por lo que dañar estos aparatos capaces de salvar vidas puede impedir su óptimo funcionamiento en caso de urgencia.
Por qué cuidar de los desfibriladores
Los diferentes actos vandálicos cometidos hacia esta clase de aparatos ubicados en zonas públicas son un grave riesgo para el momento de su posible utilización. Gamberradas como hacer pintadas sobre las vitrinas o los protocolos de actuación puede suponer que estos no estén legibles o disponibles para que el usuario sepa reaccionar si presencia un paro cardíaco en sus proximidades.
Una situación muy similar ocurre con los rótulos que indican la presencia de los desfibriladores en las distintas áreas en donde se encuentren. Arrancarlos, taparlos o impedir que se vean estas indicaciones impide la reacción temprana ante esta clase de incidentes, una situación de grave riesgo para la salud del paciente, puesto que los primeros instantes son cruciales para marcar el éxito de una intervención en esta clase de emergencias.
A partir de los cinco primeros minutos tras la detención del funcionamiento cardíaco sin reacción se reducen un 10 % las probabilidades de revertir la parada por cada minuto que trascurre. Por tanto, disponer del dispositivo de forma casi inmediata así como tenerlo bien localizado y señalizado es un elemento crucial en la cadena de supervivencia.
Lamentablemente, los desfibriladores no se exponen solamente a pintadas o daños en sus rótulos indicativos, sino también a perjuicios sobre el propio equipo cuando se encuentran al alcance de cualquier persona. En lugar de respetar su uso responsable, se dan noticias sobre vandalismo cometido hacia estos sistemas de cardioprotección que pasan desde robos hasta romper o golpear los aparatos.
En las últimas fechas ha circulado una noticia en la que una trifulca en un campo de fútbol se saldó con el lanzamiento del desfibrilador fuera del lugar donde estaba ubicado. Además del evidente daño que se puede realizar a quien reciba el impacto, romper el equipo genera un trastorno y una no disponibilidad de los desfibriladores ante posibles paradas cardíacas posteriores, especialmente en un punto tan sensible a estos sucesos como lo es una instalación deportiva.
La cultura de la cardioprotección abarca no solo la capacitación para atender una parada cardíaca tanto con maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) y la presencia y uso de desfibriladores, sino un completo compromiso hacia la salud cardíaca. Desde las prácticas saludables hasta la prevención de riesgos, pasando por el respeto y el cuidado de los dispositivos de uso público, la acción de todos permite una mayor eficacia para seguir combatiendo los peligros de las paradas cardíacas con tecnología concebida para ello.
En el caso de los desfibriladores de B+Safe, la apuesta por estos dispositivos trae consigo un mantenimiento integral para atender con inmediatez esta clase de percances. El objetivo es que siempre estén preparados para cumplir con su cometido: salvar vidas.