
Colegios con desfibriladores y formación RCP, seguridad cardíaca para niños y adultos
Los colegios y los centros educativos son uno de los lugares donde más actividad y movimiento se produce a lo largo del día. Según los Datos y Cifras del curso escolar 2016/2017, publicados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, un total de 8.117.122 alumnos no universitarios se encuentran escolarizados en alguno de los distintos cursos posibles, desde la temprana Educación infantil hasta la Formación profesional, tanto en centros públicos como privados o concertados. Por tanto, la cardioprotección de este alumnado cobra un valor fundamental para asegurar el bienestar cardíaco de un importante sector de la sociedad a través de desfibriladores y personal formado en RCP.
Por otro lado, es importante destacar que en los colegios también trabajan una cantidad elevada de profesores, 695.527 según reporta el Ministerio de Educación Cultura y Deporte. Si ya de por sí el riesgo de incidente cardíaco existe entre los jóvenes, tanto los docentes como el distinto personal que trabaja en centros educativos pueden encontrarse en los grupos de riesgo de accidente cardiovascular y ser más propensos a paros cardíacos, de modo que la presencia de desfibriladores en cualquier clase de escuela aporta una seguridad extra para muchas personas, especialmente si se forma a los trabajadores del centro en conocimientos de atención sanitaria.
Factores de riesgo en los colegios
A pesar de que en España no existe una legislación específica acerca de la presencia de desfibriladores en espacios públicos, varias Comunidades Autónomas han decidido incorporar la cardioprotección obligatoria a sus normativas e incluir a los colegios dentro de los lugares donde estos dispositivos deben estar presentes. En los últimos meses, Madrid ha dispuesto un Decreto por el que cualquier espacio educativo debe estar cardioprotegido con desfibriladores; por su parte, la Comunidad Valenciana exige su presencia en aquellos que superen una afluencia de 1.500 personas.

El porqué de incorporar estas soluciones de atención cardíaca a estos recintos responde a los posibles accidentes cardiovasculares que se pueden producir de forma natural tanto en menores como en adultos y a la existencia de ciertos factores de riesgo en los colegios. En muchas ocasiones, los jóvenes estudiantes no han pasado por una adecuada supervisión médica y pueden portar alguna cardiopatía congénita no detectada que acreciente sus opciones de sufrir algún problema cardíaco.
Por otro lado, en asignaturas como Educación Física o en el recreo entre las clases los niños realizan ejercicios y deportes, actividades que pueden conducir a sustos o paradas cardíacas, por lo que la proximidad de un desfibrilador se convierte en indispensable. Cabe destacar también que los fines de semana sus polideportivos albergan muchas competiciones, con el consiguiente aumento del riesgo entre asistentes y deportistas.
En cuanto a la población adulta, el riesgo de accidente cardíaco también está presente, sobre todo si padecen algún tipo de afección previa o su salud no está en plenas condiciones. Cómo no, los periodos de alta exigencia incrementan las opciones de fallos en el corazón. Esto no solo ocurre con los múltiples profesionales del sector educativo, pues también se debe considerar a los familiares o responsables de llevar y recoger a los estudiantes a los colegios, así que se multiplica el número de personas a quienes se puede cuidar con un desfibrilador y con personal capacitado en RCP y el uso de estas soluciones.
En el #DiaUniversalDelNiño #DiaMundialDeLosNiños 👶👦👧 queremos insistir en que los más pequeños pueden aprender fácilmente a hacer #RCP y ayudarnos en caso de parada cardíaca. pic.twitter.com/4Oh0GyUdhK
— ProyectomasVida (@MasVidaproyecto) 20 de noviembre de 2017
Los 27.812 centros educativos registrados por las instituciones públicas, por su parte, pueden extender la cardioprotección no solo a alumnos, profesores, trabajadores generales y encargados de buscar a los niños, sino al conjunto de la ciudadanía. Los colegios se encuentran repartidos por todo tipo de municipios y en múltiples lugares, de modo que una persona que sufra una parada cardíaca en las proximidades del centro puede recibir la ayuda rápida con el desfibrilador por parte de aquellos que saben además atender urgencias.
Al mismo tiempo que este sistema permite reaccionar con muchas más opciones de éxito ante incidentes de estas características, la presencia de personal formado en RCP permite que los propios alumnos estén familiarizados con la cultura de la cardioprotección tanto con tecnologías de atención cardíaca como con la vida saludable. Las generaciones futuras tienen mucho que aportar al bienestar cardíaco de todos.
De este modo, tanto por la obligatoriedad de ciertas normativas regionales como por el compromiso de distintos centros escolares, los colegios que instalan uno o varios desfibriladores en sus instalaciones reciben un valor añadido en seguridad cardíaca para una cantidad realmente elevada de personas. Así se consigue combinar servicios educativos avanzados con las mejores prestaciones sanitarias con un mismo objetivo: el bienestar de los estudiantes.