
Técnicas de RCP para bebés que dejan de respirar
Uno de los principales riesgos que pueden comprometer el bienestar de los bebés durante sus primeros meses de vida es que dejen de respirar, algo relativamente habitual dada la cantidad de mocos que generan y las dificultades que tienen para deshacerse de ellos, ya que aún no son capaces de sonarse. Estos mocos pueden obstruir las vías respiratorias, atragantar al pequeño e incluso provocar la asfixia a menos que se intervenga velozmente con reanimación cardiopulmonar (RCP).
Aunque la tos es un mecanismo reflejo para eliminar esta mucosidad, esta en ocasiones es tan densa que se acumula en boca, garganta y nariz y atasca así la respiración. Por esta razón, los pediatras instan a los padres a limpiarles los mocos a sus bebés con regularidad para impedir esta clase de percances. Si lamentablemente los mocos atrancan los conductos nasales y la garganta de los bebés y es necesaria la reanimación, las pautas que se deben seguir son las siguientes, siempre después de avisar en primer lugar a los servicios de emergencias.
-Dadas las dimensiones del pequeño, se le debe poner boca abajo sobre el antebrazo y darle un total de cinco golpes en la espalda en busca de la descongestión.
– Tras ese inicio, se le gira sobre el brazo, se localiza un punto de comprensión en el tórax y o bien con dos o con tres dedos se hunde el pecho otras cinco veces, se le gira nuevamente y se repite el paso anterior.
– Solo se debe dejar de hacer este proceso cuando los bebés recuperen la respiración ordinaria. En caso de que pierda la consciencia, es preciso colocarlo boca arriba en una superficie plana y practicar cinco ventilaciones artificiales con intervalos de unos segundos.
– Después de esta acción se aplican hasta 30 compresiones en el tórax del bebé.
En caso de que no haya evolución, se reinician estas dos sesiones de respiraciones y compresiones hasta que llegue el personal de emergencias, que puede conseguir la vuelta a la normalidad del menor. Dada la importancia de la prevención, los mocos deben controlarse y combatirse para evitar que generen una obstrucción respiratoria, que puede verse agravada por flemas en la garganta o pólipos.
Este protocolo de actuación permitió salvar la vida del pequeño Sebastián Rauseo, de apenas cinco meses de edad, a quien su tía salvó mediante estas pautas tras atragantarse seriamente fruto del exceso de mucosidad en las vías respiratorias.
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