
Por qué los niños deben aprender a usar un desfibrilador
La cardioprotección es un compromiso en el que toda la sociedad forma parte. Tanto para el cuidado individual de la salud de las personas como a nivel de reacción ante paros cardíacos, disponer de la capacidad de salvar vidas es crucial para el corazón de la ciudadanía. Es aquí donde los niños entran en escena con gran protagonismo.
Las razones por las que los niños deben habituarse desde la infancia a la presencia de un desfibrilador y a saber utilizarlo son varias. Lo primero de todo es recordar que son edades en las que el aprendizaje es rápido, su capacidad de retención de conocimientos es grande si se les despierta el interés. ¿Y qué mejor estímulo que el de ser un superhéroe capaz de salvar vidas?
Los más jóvenes, por otro lado, son el futuro de la sociedad. A medida que pasan los años y las generaciones la cardioprotección se instala en la conciencia común, así que en ellos recae la responsabilidad de seguir desarrollándola. Los desfibriladores siguen multiplicando su disponibilidad en espacios públicos, así que es necesario ampliar el número de personas capaces de emplearlos.
Estos dispositivos son sencillos de usar, cuentan con indicaciones que muestran a los usuarios qué pasos deben seguir y los niños los pueden accionar en caso de emergencia. Los especialistas sanitarios inciden en que los estudiantes en edad escolar deben recibir esta formación y acompañarla de instrucción en técnicas de Reanimación Cardiopulmonar (RCP).
Las maniobras de RCP indican que ante una parada cardíaca el primer paso consiste en llamar al 112 y alertar a los servicios sanitarios. Hasta su intervención se deberán realizar 30 presiones en el pecho del paciente, con unos 4-5 centímetros de profundidad, y dos insuflaciones de aire. Solicitar el desfibrilador y activarlo para que este evalúe, o no, si dar una descarga, es una etapa que puede devolver el ritmo a un corazón que ha dejado de latir.
Desfibriladores y enseñanza RCP para niños
El sector de la educación debe abanderar la divulgación de estos conocimientos entre los menores. Las normativas en cardioprotección ya van incidiendo sobre la presencia de desfibriladores en el ámbito escolar: la Comunidad de Madrid obliga a que todos estos centros se equipen con estos dispositivos; en la Comunidad Valenciana han de instalarlos aquellos con más de 1.500 alumnos.
El compromiso creciente de los responsables de los colegios hacia el corazón de sus trabajadores, profesores y alumnado ha llevado a que se impartan talleres formativos en sus aulas. Técnicos especialistas en RCP y en esta tecnología que salva vidas muestran a los estudiantes que se puede revertir un paro cardíaco con sus propias manos y que han de familiarizarse con los equipos responsables de hacerlo.
Una de las premisas más importantes que se les hace saber a los niños es que los fallos cardíacos pueden ocurrir en cualquier circunstancia, no solo en la escuela. ¿Cómo intervenir si una persona se desvanece en la vía pública? ¿Qué hay que hacer si el paro cardíaco se produce en el hogar? Los jóvenes deben tener claro que por su rapidez y la frialdad de su reacción pasan buena parte de las opciones de que el afectado consiga superar la emergencia.
El estado del propio corazón, por otro lado, es otro de los elementos cruciales al educar a los menores en cardioprotección. Además de la reacción, la prevención es esencial para evitar esta clase de incidentes. Las pruebas médicas tempranas y los análisis deportivos son clave para detectar posibles factores de riesgo y que las futuras generaciones estén preparadas para garantizar el cuidado completo de los corazones.