
Los no siempre peligrosos soplos cardíacos
El corazón es un elemento fundamental en el cuerpo humano, una máquina sin la cual nuestras funciones serían imposibles. Por lo tanto, es habitual, y muy recomendable, prestar un cuidado especial a este músculo, pues de él depende buena parte de nuestra salud. Ahora bien, menos conveniente es la desinformación y creer muchas verdades a medias que circulan sobre el corazón, como lo es creer que cualquier mínimo trastorno cardíaco es una grave amenaza. Así ocurre con los soplos cardíacos.
Un soplo cardíaco es un sonido que se escucha durante un latido del corazón. Acostumbra a ser silbante o chirriante, y está provocado por un flujo sanguíneo irregular a través de las válvulas cardíacas y del área cardiovascular. Estas clases de turbulencias son habitualmente inofensivas e incluso habituales en los niños y se conocen como soplos cardíacos inocentes o funcionales.
Reciben este nombre porque no demandan ningún cambio en el estilo de vida ni aplicar algún tipo de tratamiento particular. De hecho, la mayoría de estos soplos desaparece cuando se llega a la edad adulta. Por tanto, percibir esta irregularidad en el pulso infantil no supone motivos para la alarma, ya que entre el 60% y el 90% de los niños sanos nacen con soplos cardíacos, mientras que apenas 8 de cada 1.000 lo hacen con cardiopatías congénitas.
Percibir estas irregularidades durante la infancia supone que el médico, con un estetoscopio, evalúe el pulso del niño y dictamine si presenta algún soplo y, en este caso, si es inocente o muestra alguna cardiopatía. La clasificación más habitual de la intensidad de estos sonidos se realiza por el sistema de Levine, que presenta seis grados en función de la intensidad de dichos soplos cardíacos, y se determina en base al volumen de sangre responsable de la turbulencia en el flujo sanguíneo.
Muy a menudo, los soplos no se encuentran hasta llegar a la madurez, y de forma más bien fortuita tras acudir a reconocimientos médicos de algún tipo. No tienen síntomas como tal, sino que se descubren tras dolencias como dolores de pecho, cansancio excesivo, falta de aliento o cianosis -coloración azulada en al punta de los dedos o en la piel-.
Los soplos cardíacos más graves
Dentro de que estas anomalías en el latido del corazón suelen ser habituales y no excesivamente preocupantes, existe un margen de riesgo con estos soplos. Pueden aparecer a partir de problemas vasculares congénitos o producirse tiempo después originados por enfermedades arteriales coronarias, fiebre reumática o el propio envejecimiento natural.
Otra clase de defectos cardíacos, como orificios en las paredes del corazón, podrían originar un soplo, mientras que tampoco es extraño que embarazos, presiones arteriales altas, fiebre o anemias signifiquen posteriormente soplos intermitentes. Por otro lado, hay soplos cardíacos que revelan anomalías en el corazón, como pueden ser problemas en las válvula cardíacas o miocardiopatías hipertróficas.
Estos sonidos irregulares pueden también indicar que la sangre fluye por alguna válvula cardíaca dañada o sometida a sobreesfuerzos, factores que propician esta clase de anomalías en el corazón. Si bien es cierto que lo más habitual es que los soplos cardíacos sean funcionales e inocentes para la persona que los tiene, unos hábitos de vida saludables y con cierta atención hacia el ámbito cardíaco contribuye a que el latido de niños y adultos sea lo más sano posible.