El corazón y su frecuencia cardíaca

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El corazón es una máquina de funcionamiento constante, no hay actividad humana, incluso el sueño, en la que este músculo deje de funcionar. Es así una de las partes más importantes de todo el cuerpo humano, de igual manera que no hay dos corazones idénticos.

Cada cual cuenta con un tamaño y forma distinto, mientras que algo similar ocurre con sus latidos. Existen unos patrones similares que marcan el estado cardíaco en función de la edad.

Los bebés y los niños pequeños son quienes cuentan con un ritmo más acelerado, pues la actividad de su organismo es muy alta y puede superar las 150 pulsaciones por minuto. A medida que se va creciendo, se reduce la frecuencia cardíaca. Desde de los 10 años hasta la edad anciana es cuando se estabiliza el pulso entre los 60 y 100 latidos.

El bombeo de sangre que llega a todos y a cada uno de los órganos varía a lo largo de las distintas fases vitales, y dado que durante el ejercicio físico cada individuo puede tener una frecuencia cardíaca distinta, el control del pulso debe realizarse en reposo. De esta manera se descubre cómo es el funcionamiento ordinario del corazón en un momento de tranquilidad y cómo este ritmo se acelera en situaciones más activas, como es el caso del deporte.

Al medir la cantidad de latidos por minuto en situación de relax se deduce si el corazón mantiene una actividad acelerada o pausada, factores importantes para saber cuidarlo convenientemente. En un adulto en estado normal, los latidos por minuto (lpm) suelen encontrarse entre 50 y 100. Si el individuo no llega a las 50 se produce lo que se denomina como bradicardia, mientras que superar regularmente las 100 pulsaciones recibe el nombre de taquicardia. En ambos casos, lo más adecuado es acudir a un especialista en busca de las instrucciones más adecuadas.

Cómo controlar la frecuencia cardíaca

Las palpitaciones cardiovasculares son uno de los principales indicativos del estado de salud de una persona, y una actividad fundamental para que la frecuencia cardíaca se acerque a los estándares recomendables es el deporte. El ejercicio regular, y no simplemente ocasional, puede conseguir reducir el pulso en una pulsación por minuto cada 15 días de actividades físicas. De hecho, una persona bien entrenada y en buen estado físico puede tener entre 40 y 60 lpm.

Los experimentos han demostrado que los animales con un mayor pulso cardíaco tienen menos esperanzas de vida. Los ratones, con un corazón muy acelerado, pueden vivir mucho menos que elefantes o ballenas, de actividad cardíaca más tranquila.

Una rutina saludable, en la que el ejercicio físico tenga un papel protagonista, debe ir acompañada de una buena alimentación para que los distintos factores de riesgo para el corazón no lleguen a llevarse a cabo. De todos modos, visitar regularmente a un médico o cardiólogo es una buena manera de tener controlada a la máquina más fiable del cuerpo.

¿Cuándo se produce una parada cardíaca?

Cuando el ritmo cardíaco es alterado y alcanza niveles rápidos o anormales (arritmias) puede producirse en la persona una parada cardíaca repentina. Las personas con enfermedades cardiovasculares o problemas de corazón congénitos son más propensos a padecer una parada cardíaca.

Ante estas situaciones actuar lo antes posible es la mejor de las medicinas. Con nuestras manos podemos ayudar a mejorar el ritmo sanguíneo del corazón y salvar vidas. Lo primero que hay que hacer es recordar los pasos de la Cadena de Supervivencia: llamar al 112, realizar la RCP, aplicar un desfibrilador y esperar a la llegada de los servicios de emergencia.

¿Cómo compruebo si la persona está en parada cardíaca? Lo primero la colocamos boca arriba sobre una superficie plana, inclinamos levemente la cabeza hacia atrás realizando la maniobra de frente-mentón para abrir vías aéreas. Después tenemos que comprobar su respiración observando si su pecho se mueve y acercándonos para sentir su aliento o respiración. Si vemos que no respira, llamamos al 112 y comenzamos de inmediato las maniobras de Reanimación Cardiopulmonar (RCP) y solitamos un desfibrilador. Continuamos las instrucciones del desfibrilador hasta la llegada de los servicios de emergencia.

Hay que tener constancia de que la mayoría de las paradas cardíacas que suceden son desfibrilables, esto quiere decir que con la ayuda de un desfibrilador cercano podemos salvar vidas.

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