Clínicas dentales y desfibriladores: una relación necesaria

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En España se producen anualmente 30.000 paradas cardíacas, una muestra de los graves efectos que tienen esta clase de problemas sobre el bienestar de la sociedad. Un factor que alimenta este peligro es que puede afectar prácticamente a cualquier persona, si bien existen unos grupos de riesgo que son especialmente sensibles y proclives a padecerlos, de ahí la importancia de que los espacios que congregan a cantidades elevadas de personas o son más susceptibles de que alguna persona sufra en ellos un paro cardíaco incorporen desfibriladores, y es el caso de las clínicas dentales.

Aunque en primera instancia podría sorprender que las clínicas dentales sean recintos donde las probabilidades de padecer un paro cardíaco sean superiores a las de otras áreas, lo cierto es que estas instalaciones médicas son más sensibles a estos sucesos cardíacos. En buena parte de las actuaciones sanitarias llevadas a cabo en ellas es necesario el uso de la anestesia, dado que las intervenciones en la boca y la región maxilofacial suelen requerir el adormecimiento del área sobre el que se va a actuar, y es en este punto cuando crece el riesgo de complicaciones en el corazón.

Según el estudio Paro cardíaco y anestesia (2006), elaborado por el doctor Francisco Javier Molina-Méndez, la anestesia puede elevar el riesgo de paro cardíaco de una intervención quirúrgica y situarlo aproximadamente en 1.1 por cada 10.000 casos, mientras que la mortalidad alcanzaría un 0,6 por cada 10.000 personas, un dato que ha ido menguando gradualmente gracias a los avances en la atención médica y la mejoría de los recursos sanitarios. Por tanto, las clínicas dentales tienen en los desfibriladores un apoyo crucial para minimizar las consecuencias de posibles paradas cardíacas.


Tal y como añaden García Peñín, Guisado Moya y Montalvo Moreno en Riesgos y complicaciones de anestesia local en la consulta dental (2003), la anestesia puede ocasionar desde efectos leves como depresiones en la contractilidad de los vasos o la disminución del volumen por minuto hasta bradicardias sinusuales y colapsos cardiovasculares, mucho más graves y dañinas. Las reacciones ligeras pasan por cambios ligeros en la presión sanguínea y ya las paradas cardíacas son mucho menos habituales, pero muy peligrosas.

Sabidas estas posibles complicaciones para el corazón, los especialistas médicos de las clínicas dentales deben ser conscientes de que la presencia de un desfibrilador en sus instalaciones y disponer de personal formado en RCP y capacitado para atender paradas cardíacas es fundamental para atender esta clase de incidentes. A su vez, como en cualquiera de los espacios públicos anteriormente mencionados, contar con estos dispositivos de cardioprotección posibilita que no solo los pacientes de esas clínicas dentales puedan ser atendidos, sino que cualquier persona afectada en la vía pública pueda recibir la ayuda del desfibrilador y salir adelante.

Prevención en las clínicas dentales

En España no existe una legislación específica que obligue a equipar determinados espacios con desfibriladores, sino que es competencia de cada una de las Comunidades Autónomas, y solamente Asturias, Cataluña, Canarias, Comunidad Valenciana y País Vasco regulan específicamente esta situación. A pesar de que en La Rioja no hay obligatoriedad de contar con estos dispositivos, la clínica Riojadental se ha comprometido con el corazón de sus pacientes y de miles de riojanos más al equipar su centro con un Desfibrilador Operacional Conectado (DOC).

Este desfibrilador inteligente DOC se caracteriza por su sistema de geolocalización, tecnología que ubica exactamente el incidente cardíaco para que los servicios de emergencia acudan de inmediato y sin error; y tele-asistencia, por la cual un especialista instruye al usuario de como usar el dispositivo y aplicárserlo al afectado. Por consiguiente, al disponer de estas atribuciones y sus beneficios para las clínicas dentales, se trata de un dispositivo de cardioprotección óptimo para esos espacios.

Esta línea de apoyo al corazón de pacientes y de la ciudadanía en general la recoge David Beltrán, responsable de gestión sanitaria de Riojadental: “algo tan sencillo como disponer de un desfibrilador no solo hace que en la clínica estemos preparados para responder ante una emergencia, sino que también ayudamos a hacer de nuestra zona un zona cardioprotegida. Nos gusta adelantarnos al futuro y creemos que, por el beneficio que acarrea, en no mucho tiempo disponer de un desfibrilador en las clínicas dentales será algo obligatorio”.

Que estos equipos sean de un uso fácil y apto para cualquier persona, por su parte, es esencial para que los tiempos de reacción sean mínimos y se puedan salvar vidas: “ante una situación de emergencia, estresante de por sí, cuanto más sencillo sea todo, mejor. Otra gran ventaja es la llamada automática al 112 en el momento de encenderlo y la localización GPS que proporciona para facilitar la llegada de los servicios de emergencia”.

Tal y como se explicaba en el principio del artículo, las clínicas dentales son espacios en los que se incrementan los riesgos de paros cardíacos y se hace más necesaria la disponibilidad de desfibriladores: “por una clínica dental pasa mucha gente al día y muchos de esos pacientes son gente con enfermedades de base o polimedicados que pueden presentar un mayor riesgo de emergencias. Por ello, creemos que como personal sanitario que somos, tenemos una responsabilidad para con la sociedad de estar correctamente formados, equipados y preparados para actuar de la mejor forma ante una emergencia”, señala Beltrán desde su visión como responsable de gestión sanitaria de un espacio de estas características.

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