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Cómo son las arritmias en los niños

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El corazón es una máquina natural que a lo largo de una vida media late unas 2.000 millones de veces, un funcionamiento constante desde que se es un niño hasta la vejez. De esta cantidad de pulsaciones vitales, no todas son siempre iguales, ya que pueden producirse ocasionales irregularidades.

Estas arritmias no tienen por qué ser preocupantes si tienen lugar de forma puntual y si su duración apenas excede unos segundos. Sin embargo, cuando estos cambios en el pulso tienen una duración de minutos o incluso horas, lo más adecuado es pasar una revisión médica, especialmente en el caso de los niños, pues la prevención es la mejor manera de tener controlados hipotéticos problemas cardíacos.

Arritmias infantiles

El primer factor que se debe tener en cuenta es que durante la infancia las palpitaciones del corazón son más frecuentes que de adulto, ya que un bebé puede alcanzar las 160-180 por minuto y un niño hasta los 10 años unas 140. A su vez, la referencia no puede ser un momento de ejercicio físico o de cualquier tipo de excitación extraordinaria, puesto que el corazón incrementa su frecuencia.

Si las irregularidades consisten en una reducción del pulso se conocen como bradicardias, mientras que el aumento del ritmo se denomina taquicardia. Cuando se detecta que estos cambios no son solamente fruto de circunstancias puntuales es preciso acudir a especialistas médicos.

Los síntomas de las arritmias en los bebés se detectan si el pequeño está muy irritable, reacio a ingerir alimentos, palidez o sensación de debilidad. En los niños algo más mayores, los efectos pueden apreciarse en forma de desmayos o sensación de desmayo, falta de aliento, excesiva sudoración, mareos, cansancio y notar que el corazón late de forma no ordinaria.

El origen de este trastorno cardíaco puede ser de origen interno, como es el caso de enfermedades del músculo cardíaco o cardiomiopatías o defectos congénitos del corazón desde el nacimiento. Posibles factores externos son infecciones, fiebres, medicamentos y desequilibrios químicos.

Las pruebas que se llevan a cabo cuando se realiza la visita médica pueden ser variadas en función de cada paciente. El primero paso supone un examen detallado que tenga en cuenta el historial médico, además de un análisis de sangre en busca de descartar infecciones o medicamentos como causantes de la arritmia en los niños. Un electrocardiograma posibilita un control más exhaustivo del corazón para averiguar más detalles sobre la irregularidad del pulso.

Los cardiólogos infantiles pueden entrar en escena por recomendación del médico de cabecera si este lo estima oportuno. Los análisis más minuciosos consisten en el uso de un aparato que registra el latido del corazón durante periodos largos como semanas o meses, así como pruebas que dependen de los diagnósticos de los especialistas.

La prevención es esencial para poder reaccionar tan pronto como sea posible, si bien no es habitual que intercedan en la vida normal de los niños. La mayoría de estas arritmias son inofensivas y permiten sin problema el deporte o las actividades físicas. Lo mismo ocurre una vez detectadas y tratadas, que en la mayor parte de las veces el tratamiento no trae consigo restricciones.

Controlar el funcionamiento del corazón en niños y mayores es importante para que este siga latiendo miles de millones de veces más. Todo sea por una vida saludable y un funcionamiento cardiovascular adecuado durante años y años.

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