Natación y paro cardíaco
Practicar la natación es una excelente manera de ponerse en forma y mantenerse un buen estado de salud, sin embargo cada vez hay más evidencias de que los nadadores, especialmente aquellos que participan en natación en aguas abiertas o triatlones, corren el riesgo de sufrir un paro cardíaco repentino. En este artículo, echaremos un vistazo a la investigación actual sobre los posibles vínculos entre la natación y el paro cardíaco.
Un paro cardíaco repentino ocurre cuando el corazón deja de bombear sangre alrededor del cuerpo y la persona deja de respirar. Es evidente, que si esto sucede en el agua y no hay nadie cerca, es casi seguro que el resultado será fatal.
Hay muchos casos conocidos de nadadores aficionados y profesionales que mueren a causa de un paro cardíaco, incluido Alexander Dale Oen; Laura Moss y Chloe Waddell. Otros han tenido más suerte, como el colegial Cade Ewington, quien fue rescatado por uno de sus profesores de natación rápidamente en el momento en el que sufrió la parada. A pesar de estar clínicamente muerto durante 25 minutos, sobrevivió y no sufrió daño cerebral. Todo gracias a la rápida actuación y al uso de un desfibrilador por los auxiliares.
Aguas abiertas y triatlones
La natación en aguas abiertas se ha vuelto cada vez más popular desde que pasó a ser deporte olímpico en 2008. Muchas personas que compiten en triatlones no son atletas profesionales sino amateurs aficionados. Más de 25 000 personas compitieron en eventos entre 2003 y 2011, con este aumento en el número de aficionados es inevitable un aumento en las tasas de paradas cardiorrespiratorias.
Un estudio entre más de 9 millones de participantes estadounidenses durante tres décadas (1985 a 2016) encontró que las muertes y los paros cardíacos afectaron a 1.74 de cada 100,000 competidores. El riesgo asociado a los triatletas fue mayor que el riesgo anual de muerte para un adulto de mediana edad, y también superaba a aquellos especializados en carreras de larga distancia, incluidos los maratones. Durante el período que duró el estudio, 135 personas murieron repentinamente o tuvieron un paro cardíaco. Esto incluyó 107 muertes súbitas, así como 13 paros cardíacos que sobrevivieron debido a la pronta atención médica. Las víctimas tenían un promedio de 47 años y el 85% eran hombres.
Investigaciones previas realizadas por científicos de la Universidad de Portsmouth vinculan el paro cardíaco con el sumergirse en agua fría, sin tiempo a aclimatarse. En el estudio, explican cómo la inmersión rápida en agua fría, combinada con la contención de la respiración, activa automáticamente dos respuestas muy potentes en el cuerpo que pueden entrar en conflicto a nivel de corazón (“conflicto autonómico”). La respuesta al choque con el frío, acelera el ritmo cardíaco y causa hiperventilación, entrando en en conflicto con la técnica del buceo, que consiste en lo contrario para conservar el oxígeno. Si bien no todos los ataques cardíacos derivan en un paro cardíaco, es posible que una inmersión rápida en el agua fría, como los saltos durante los triatlones, pueda desencadenar esta respuesta conflictiva y, por lo tanto, aumentar el riesgo de un paro cardíaco.
El entrenamiento es fundamental
Un factor para prevenir tales incidentes es la preparación del atleta antes de participar. Es conocido que la exposición habitual al agua fría conduce a una disminución de la respuesta al choque con agua fría; sin embargo, con excepción de atletas de élite, los nadadores no suelen entrenar en el entorno en el que van a competir. Por lo general, el nadador aficionado entrena en una piscina cubierta climatizada, delimitada por carriles donde es menos probable que ocurra tal contraste con la temperatura ambiental y del agua. En estos espacios pueden tomarse un descanso en cualquier momento , por lo tanto, no es representativo frente al verdadero entorno competitivo. Además de la ansiedad, los nadadores de aguas abiertas tienen que lidiar con aguas turbias, la masificación de los otros participantes, las corrientes, las aguas profundas, mala visibilidad… Todos estos factores pueden afectar a los casos de parada cardiorrespiratoria en los nadadores.
La natación no es diferente a otros que requiere grandes esfuerzos, como correr o el ciclismo,a día de hoy tampoco hay requisitos para los participantes se someta a un examen del corazón antes de participar en una competición. Las enfermedades cardiovasculares son a menudo una de las principales causas de un paro cardíaco repentino, no hace falta decir que las personas que practican deportes extremos como la natación en aguas abiertas o los triatlones corren más riesgos que las que no lo hacen. Un estudio en los Estados Unidos descubrió que los atletas profesionales tenían 3.7 veces más probabilidades de sufrir una enfermedad cerebro cardiovascular, sobretodo los que tienden a entrenar más de 40 horas a la semana se consideró un factor importante.
Anteriormente, se asumió que los paros cardíacos repentinos ocurrían sin ninguna advertencia, pero un estudio realizado en el Centro Médico Cedars-Sinai descubrió que la mitad de todos los hombres que experimentan un paro cardíaco en realidad notan síntomas dentro de las semanas previas a su ataque. Estos síntomas se denominan banderas rojas. El estudio encontró que las personas que prestaron atención a estas señales de alerta y solicitaron asistencia médica, tenían cinco veces más probabilidades de sobrevivir que aquellas que no lo hacían.
Bien estemos hablando de natación, buceo o cualquier otra forma de actividad acuática, el efecto de la inmersión en agua tiene un profundo impacto en el sistema cardiovascular humano. Este efecto sale a debate en todos los foros relacionados con deporte y salud y abarca desde el impacto positivo que puede tener la natación en los factores de riesgo hasta su papel potencialmente letal en atletas con patologías cardíacas subyacentes.
Los numerosos estudios que muestran el vínculo entre la natación y el paro cardíaco, deben servir como un recordatorio a los participantes para asegurarse de que estén en condiciones médicas que les permitan competir en este tipo de actividades.
Prevención y medidas necesarias
Un aspecto añadido, es el vínculo entre la natación y la parada cardiorrespiratoria con el evidente del riesgo de ahogamiento. Aunque el personal de emergencias de las piscinas, los triatlones y los eventos de natación en aguas abiertas a menudo están capacitados, la formación de desfibriladores es fundamental. Por lo tanto, contar con un plan de cardioprotección es fundamental. Concienciar a los miembros de los clubes de natación y triatlón a realizar una capacitación en RCP podría ayudar a salvar en caso de que se produjera un paro cardíaco repentino.
Si desea obtener más información sobre el uso, compra o alquiler de desfibriladores, puede rellenar este formulario. O si lo prefiere, siempre puede enviar un e-mail a contacto@b-safe.es